Esta prohibición representaría una escalada sustancial en la estrategia más amplia del gobierno estadounidense para limitar la influencia china en sectores tecnológicos críticos. Sigue las acciones recientes de la administración Biden, incluidos aumentos de aranceles a las importaciones chinas, como vehículos eléctricos, baterías y minerales clave.
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Estados Unidos está preparado para dar un paso significativo en sus esfuerzos en curso para abordar las preocupaciones de seguridad nacional relacionadas con la tecnología china. Se espera que el Departamento de Comercio de Estados Unidos proponga una prohibición total del uso de hardware y software chino en vehículos conectados y autónomos en las carreteras estadounidenses.
Esta medida está motivada por el temor de que las empresas chinas puedan explotar estas tecnologías para recopilar datos confidenciales sobre los conductores y la infraestructura o incluso manipular vehículos de forma remota.
El reglamento propuesto, cuya presentación está prevista para el lunes, prohibiría la importación y venta de vehículos equipados con componentes esenciales para las comunicaciones o sistemas de conducción autónoma procedentes de China.
Esta prohibición representaría una escalada sustancial en la estrategia más amplia del gobierno estadounidense para limitar la influencia china en sectores tecnológicos críticos. Esto sigue a acciones recientes de la administración Biden, incluidos fuertes aumentos arancelarios sobre las importaciones chinas, en particular vehículos eléctricos (EV), baterías y minerales clave.
La secretaria de Comercio, Gina Raimondo, destacó anteriormente los peligros que plantea la integración de la tecnología china en los vehículos conectados en los Estados Unidos. Destacó el potencial de resultados catastróficos si millones de automóviles en las carreteras estadounidenses se vieran comprometidos mediante la desactivación de software crítico.
En respuesta a estas preocupaciones, el presidente Joe Biden ordenó a principios de este año una investigación para determinar si las importaciones de vehículos chinos representan un riesgo para la seguridad nacional, en particular en lo que respecta a la tecnología de los automóviles conectados.
Las reglas propuestas, que estarán abiertas a comentarios públicos durante 30 días antes de ser definitivas, establecerán un cronograma para implementar estas prohibiciones.
Se espera que la prohibición de software entre en vigor para los vehículos del año modelo 2027, mientras que la prohibición de hardware se implementará en enero de 2029 o el año modelo 2030. Las restricciones se aplicarán a vehículos con ciertos Bluetooth, satélite e inalámbricos, así como a vehículos altamente autónomos. Vehículos que pueden circular sin conductor.
El alcance de la prohibición no se limita únicamente a China; también se extendería a otros países considerados adversarios de Estados Unidos, incluida Rusia. Este enfoque amplio subraya el compromiso de la administración de proteger la cadena de suministro de vehículos conectados, que se han vuelto cada vez más frecuentes en las carreteras estadounidenses.
Un grupo bipartidista de legisladores estadounidenses ha expresado anteriormente su preocupación por los riesgos que plantean las empresas chinas que prueban vehículos autónomos en Estados Unidos. La recopilación y el manejo de datos confidenciales por parte de estas empresas ha encendido las alarmas sobre posibles vulnerabilidades en la infraestructura tecnológica del país.
Sin embargo, la prohibición propuesta ha generado preocupación entre los principales fabricantes de automóviles, incluidos General Motors, Toyota, Volkswagen y Hyundai. Estas empresas han advertido que reemplazar componentes de hardware y software en los vehículos no es una tarea fácil. Los extensos procesos de ingeniería de preproducción, pruebas y validación necesarios para estos sistemas significan que reemplazar componentes con alternativas podría ser una tarea larga y compleja.
El enfoque del gobierno de Estados Unidos en garantizar la seguridad de los vehículos conectados refleja un creciente reconocimiento de los riesgos asociados con los automóviles modernos, que son cada vez más vistos como “teléfonos inteligentes sobre ruedas”. Estos vehículos están interconectados con teléfonos, sistemas de navegación, infraestructura crítica y las empresas que los producen, lo que los convierte en objetivos potenciales de amenazas cibernéticas.
Las próximas regulaciones son parte de un esfuerzo más amplio para salvaguardar la tecnología y la infraestructura estadounidenses de la influencia extranjera, particularmente de países que podrían representar un riesgo para la seguridad. A medida que se desarrolle el proceso regulatorio, la industria automotriz y otras partes interesadas monitorearán de cerca los impactos potenciales de estas medidas en el mercado y el panorama tecnológico en general.